A menudo la idea de indicador se reduce a la medición concreta situada en una escala predefinida. Esta visión puede ser contraproducente al asociar un indicador a un objetivo y a una prima, puesto que puede incentivar conductas indeseables. Un indicador de producción basado sólo en la medición del volumen producido puede chocar con las áreas de finanzas y comercial al inundar los almacenes de producto caro, de baja rotación y baja calidad. Si en cambio nuestro indicador se basa en la ponderación alineada con los objetivos estratégicos de la organización de:
• una medición de la eficacia del proceso como el índice de piezas aceptadas,
• una medición de la eficiencia del proceso como el consumo de recursos o el coste de producción,
tenemos la mitad del problema resuelto, pero nos falta lo más importante:
• una medición de la adaptabilidad del proceso que contextualice las dos medidas anteriores, como pueden ser el incremento de producción neta respecto el año anterior o la previsión.
Una ponderación de éstos tres aspectos permitirá obtener un indicador clave de proceso transversal que permitirá alinear los esfuerzos de los distintos dptos. hacia un objetivo común.
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